Se despiden de su escuela a todo color, Esuela Normal

25 diciembre 2011

Alumnos del último curso de la Normal transformaron pupitres, sillas, paredes y hasta canteros en obras de arte.


PARA LOS QUE VIENEN. ¿Verdad que en estos bancos dan ganas de estudiar? LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI

Como por arte de magia la Escuela Normal, el ámbito en el que crecieron, estudiaron e hicieron amigos, se llenó de color. "Cuando era más chico pintaba graffiti en las paredes. Lo hacía como un juego; salíamos en grupo a hacer de las nuestras, y muchas veces nos corrió la Policía. Pintábamos las iniciales o los nombres; era una aventura. Pero en la escuela aprendí técnicas, y me enseñaron a hacer perspectivas, a mejorar esa habilidad que tenía. Ahora mi arte es distinto y gusta a los demás; no molesta", afirma Emanuel Rodríguez, alumno del último año de la Escuela Normal en la modalidad Comunicación, Arte y Diseño. Él y muchos de sus compañeros pintaron murales, pupitres y escritorios con diseños personalizados. "Es nuestro trabajo final, y no podemos dejar de hacerlo, aun cuando ya terminaron las clases y muchos incluso ya aprobaron la materia", comenta Rocío Alí, mientras muestra a LA GACETA mesas, sillas y paredes que se convirtieron en objetos de arte gracias a la intervención de sus manos.

Orgullosas, Ana Tagashira y Constanza Haurigot dan movimiento a las figuras dibujadas en una pared, y aunque falta más de la mitad del trabajo mural ellas afirman con seguridad que en dos días "su obra" estará terminada.

Sello propio

En cada rincón, incluso en algunos canteros que custodian los árboles, los que se despiden del secundario han puesto en sus trabajos creatividad y compromiso, y buscaron por medio de las técnicas aprendidas que su sello personal los trascienda. "Tal vez pueda volver a la escuela, decir ’esto lo hice yo’ y hasta recordar los años vividos en estos patios, en estas aulas", confiesa emocionada Rocío.

Ricardo Rodríguez, el profesor de Arte, escucha orgulloso los testimonios y cuenta que cuando empezaron los trabajos finales se les dio tiempo extra, desde la mañana hasta las 18, para que terminaran las obras. "Pero había días que a las 21 ellos seguían, no querían dejar de trabajar", apunta impresionado.

"Yo seguiré una carrera relacionada con las artes, pero muchos de mis compañeros no; igual se prendieron en esto y casi todos se convirtieron en artistas", indica una alumna que, en ropa de fajina, limpiaba con un pincel el sobrante de pintura. La plástica y la música son las expresiones más cabales de una adolescencia casi incomprendida; por eso quizás el profesor Rodríguez evalúa a sus alumnos por sus logros más que por lo que les falta aprender, y apostó a esas fortalezas para levantarles la autoestima. "Yo quiero seguir Comunicaciones, pero con la plástica me sentí libre y completa", resumió Rocío.

La Gaceta 2011

0 comentarios:

Publicar un comentario