Cronica del viaje EBAbaires2012

02 diciembre 2012

EBAbaires2012
     Nos pidieron que hagamos una crónica de este viaje, el diccionario define una crónica como una historia que se cuenta según el orden en que ocurren los acontecimientos, memorias. Empezar a contar la historia tal como es, representa un desafío inicial: ¿Cuándo empezó todo? Podemos entonces, empezar a fines del año 2011 cuando en una reunión empezaron los sueños. Fue ahí donde los profesores Jorge Gutiérrez y Mónica Vallejo, desconocidos para algunos, nos abrieron la puerta a una posibilidad: Un viaje del que habíamos escuchado hacia ya un tiempo, un viaje que podría enseñarnos muchas cosas, pero un viaje para el que debíamos trabajar. Las vacaciones pasaron y se fueron,  volvimos a la escuela y empezó un año nuevo, lleno de desafíos, ¿el más grande? Concretar ese famoso viaje del que tanto hablábamos. Así fue que empezamos con una gran cantidad de gestiones, nota va, nota viene, una rifa, un bingo, otra nota... Más de una vez nos desalentamos, quisimos tirar todo por la borda pero los profesores nos alentaban, nos llenaban los oídos con palabras como ArteBA, Malba, Museo Nacional, esas y otras tantas que nos hacían tomar fuerzas y seguir vendiendo rifas a quien sea que pasaba por la puerta del curso. Por fin, el viernes 11 de mayo, el viaje fue confirmado: ¡NOS IBAMOS LA SEMANA SIGUIENTE! El miércoles 16 a las 18hs, todos, con los bolsos listos, nos plantamos en la puerta del MUNT a esperar a los dichosos colectivos de la universidad, que nos llevarían a vivir una de las que seguro, iba a ser la experiencia más linda de nuestra vida en esta escuela.           Por fin, a las 19:30, los colectivos aparecieron, y a pesar de unas cuantas discusiones, pudimos subirnos y, entre besos, abrazos, gritos de despedida y euforia, iniciar nuestro viaje. Esa noche nadie se durmió temprano, demasiada excitación había en el ambiente, demasiadas ideas flotaban en el aire. A la mañana siguiente, la trafic en la que viajábamos, arribo a rosario aproximadamente a las 9 am, tres horas más tarde llego el colectivo en el que venían los demás. Nos instalamos en Freedom, un hostel que algunos describieron como con una chispa especial y mágica, que nos hacia desear quedarnos ahí.   Pero eso no evito que la mañana que llegamos, varios grupos salieran a conocer la ciudad (la vuelta a la manzana, o a dos manzanas). Ese mismo día, aproximadamente a las 13, emprendimos una caminata con destino al famoso Monumento a la Bandera, donde ocurrió algo maravilloso, que no todos vieron: Hernan Arreyes recibió de un señor del cual nadie conoce el nombre, una bandera que nos acompañaría durante toda nuestra aventura, una bandera que llegaría a la escuela impregnada de nuestras vivencias, las cuales no fueron pocas. Luego de visitar el monumento, almorzamos sándwiches en un parque que hay detrás de éste, en un día perfecto para eso. Almorzamos todos rápidamente y ansiosos porque ahí comenzaría nuestra caminata de “4 kilómetros” hacia el MACRO según nuestro querido profesor Gutiérrez. No sabemos si no eran realmente 4 kilómetros, o si estábamos disfrutando tanto ese paseo por la costanera entre risas y bromas, que esos 4 kilómetros se transformaron en 2, o en 20 cuadras, como había resultado ser. Al fin llegamos al macro, un museo especial tanto por su colección como por su diferente fachada, un edificio que se realizó en base al reciclaje de viejos silos donde se almacenaban granos pero que creció poco a poco. Una de las exhibiciones que más sorprendió a todos fue la llamada “Videodrama”, que mostraba diversos aspectos de la realidad de Latinoamérica de manera muy especial.   Llegada la hora de volver, emprendimos nuestro camino de regreso a hostel, donde realizamos un balance del día y pudimos aprender de nuestros errores para continuar el viaje que acababa de empezar de la mejor manera, como todos lo soñamos. Lo que no soñamos fue la fiesta con la que los colombianos nos sorprendieron: Hamburguesas, música y diversión fue todo lo que necesitamos para irnos a dormir felices de haber empezado el viaje que todos esperábamos. El segundo día, nos despertamos muy temprano y con nuestras valijas listas, bajo un cielo gris y una fuerte lluvia que parecía pedir a gritos que nos quedásemos ahí en Rosario, partimos hacia Buenos Aires. Al llegar nos dividimos en dos grupos porque no todos entrabamos en el mismo hostel y luego de almorzar nos encontramos en Buenos Aires Design. Luego de pasear una hora viendo objetos hermosos e incomprables emprendimos juntos una caminata al Museo Nacional de Bellas Artes. Es inexplicable lo que se sintió ver esas obras de las que nos hablaron durante tantos años en su tamaño real, y no en un libro. Una emoción inexplicable pero hermosa. Luego de terminar la visita al museo fuimos a comer, y aquí es cuando comenzaron las corridas para llegar a tiempo al subte, y cuando decimos corridas, eran CORRIDAS. Al otro día nuevamente nos levantamos muy temprano y desayunamos. Rojo, amarillo, azul, naranja, verde, celeste, violeta, tango, Caminito… Esa mañana visitamos la Boca y la fundación PROA, un centro de arte contemporáneo allí ubicado. Dimos un paseo por las famosas calles de La Boca y más de uno fue conquistado por ese lugar con construcciones de chapa impregnadas de color, no importa cuántos. A cada paso había algo que te hacía sentir y recordar la historia. Luego de La Boca nos dirigimos con toda esperanza a la fuente de las Nereidas, que quedaba no lejos, sino muy lejos de ahí. Caminando muy rápido, y corriendo para cruzar esas anchas avenidas en segundos, llegamos al fin a la Fuente de las Nereidas, esa maravillosa obra que todos deseábamos conocer y a la que le teníamos un cariño especial, ya que fue creada por la artista tucumana Lola Mora. Felices de haber conocido la fuente, emprendimos viaje hacia el MALBA, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el cual fue favorito de muchos y en el que vimos muchas de las cosas que habíamos aprendido y que aprenderíamos durante el resto del año. Y luego de cenar finalizo ese día. Sin darnos cuenta el tiempo iba pasando y el viaje llegando a su fin, el que nadie esperaba. El ultimo día en Buenos Aires, nos levantamos de nuevo temprano y entre subtes y colectivos llegamos a San Telmo, una de los barrios más antiguos de Buenos Aires, que conserva sus casas coloniales y sus calles adoquinadas. Paraíso para quienes aman las antigüedades, y para quienes querían vaciar sus bolsillos. Pasada la mañana de compras los profes nos dieron dos opciones ir a comer… o visitar otro museo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Hubo un grupo que, exhausto de las carreras decidió buscar un buen lugar para almorzar entre amigos, otros, deseosos de seguir empapándose de arte, prefirieron acompañar al profesor Gutiérrez al MAMBA. Puedo decir que todos los que asistimos, lo disfrutamos increíblemente.     Sin dudas, lo que más gustó fue el diseño del museo y la instalación de la que pudimos formar parte. Se llamaba “El Grito” y consistía en gritar dentro de una cabina de vidrio totalmente blindada, este grito era filmado y grabado y formaría parte de un video que se expondría meses después en el museo. La experiencia fue genial, entre eso y las demás muestras que pudimos apreciar en el lugar, nos llevamos un muy buen recuerdo del lugar. Al finalizar el recorrido, el profe nos dio la orden de ir a almorzar, con la panza vacía pero con el corazón contento, volvimos a la plaza a reunirnos con el resto y, de paso, buscar algún lugar donde comer. En la tarde de ese día fuimos al ArteBA, la feria de arte contemporáneo más grande de Latinoamérica. Aun creemos que nadie la vio completa. Creemos, pero no podemos estar seguros del todo, eso sí, todavía nadie afirmo haber visto todas las cosas que se ven en los distintos álbumes de Facebook. Y así fue que en una noche lluviosa, se fue nuestra última noche en Buenos Aires, acercándonos cada vez más el final del viaje para el que tanto habíamos trabajado, y que no queríamos ver terminar nunca. La mañana siguiente subimos de nuevo nuestro equipaje a los colectivos y emprendimos viaje hacia Mar del Plata. Todos estábamos emocionados, algunos por conocer por primera vez el mar, y otros por volver a verlo. Nos instalamos en el hostel, cantamos y tocamos la guitarra, y cuando todos estuvimos listos fuimos a almorzar la hamburguesa que solo unos cuantos valientes pudieron terminar por la bestialidad de su tamaño. Al fin lo más esperado: la playa. Al llegar inmediatamente volaron las zapatillas, botas y zapatos, porque a pesar del frio lo único que importaba era sentir la arena, el agua y la espuma en los pies. Surgieron olas imprevistas, vientos furiosos que se querían llevar nuestros dibujos, pero al final del día todos habíamos cumplido nuestra tarea en el “Taller en el Mar”. Por la noche cenamos en el que, según varios, era el mejor restaurante del mundo y volvimos cantando al hostel para que nuestros profesores nos dieron la consigna para el día siguiente. Y llego al fin el momento que nadie esperaba, el momento de tener que decir adiós. Dimos un paseo por el centro, almorzamos y fuimos a la playa nuevamente y comenzamos a trabajar, felices de estar donde estábamos, pero con cierta tristeza de saber que nos iríamos en un par de horas, y que pronto nos iríamos de la escuela. Hicimos un alerón en la playa, ese alerón inolvidable que vamos a recordar siempre por ser tan especial. Así nos fuimos al hostel, con la voz de la profe Moni que nos decía: “Chicos, lleguen y preparen las valijas que ya nos van a venir a buscar”. Sentados sobre nuestras valijas en la puerta del hostel nos dimos cuenta de que una semana después de que ese viaje empezó termino, y el tiempo se había pasado como si nada. Fue simplemente eso: Empacamos nuestras cosas, las subimos al colectivo por última vez y emprendimos la marcha, nos despedimos del mar, con la esperanza de volver, nos despedimos de la ciudad, nos despedimos del viaje dándonos cuenta de que fue una cuenta regresiva, de que el primer paso que dimos adentro de esos colectivos acciono un reloj que iba en retroceso y de que estaba a punto de llegar a cero. Al principio fue todo risas, gritos, el colectivo entero se llenaba de las memorias de todo lo que había ocurrido, todas las versiones posibles de una misma historia se escuchaban. Volvíamos dándonos cuenta de que, en algún momento de esa semana, esos profesores que nos habían acompañado ya no eran solo extraños con los que pasábamos tiempo en el aula “Mamá Moni” y “Tío Guty”… ya no eran esos extraños que nos habían abierto una puerta, eran las personas que, junto con la profe Constanza y Silvia, habían hecho que la Promo      Centenario recorra parte del país, dejando en cada lugar nuestra esencia. Fueron ellos los que nos demostraron que trabajando podíamos lograr lo que sea y que necesitábamos hacerlo juntos para poder disfrutarlo. El viaje de a poco se fue tornando más silencioso, nos dábamos cuenta de que íbamos llegando y de que quedaban pocos minutos antes de que el colectivo se detenga frente al MUNT y nuestros familiares nos reciban. Empezamos a darnos las gracias, a aplaudirnos, a celebrar que habíamos logrado, de que habíamos escrito la historia como la habíamos querido. El miércoles 23 de mayo de 2012 a las 21 hs el colectivo en el que viajaba la Promo Centenario (o la mayor parte de esta) llegó al MUNT dándole fin de esta manera al viaje EBABAires2012 . Agracemos a todos aquellos que nos apoyaron, a nuestros padres, a los que compraron rifas, a los que vinieron al bingo, agradecemos a cuatro grandes profesores: Mamá Moni, Tío Guty, la profe Constanza y la profe Silvia, también a Marita que fue, además de la tía de Hernán, nuestra Tía. Agradecemos también al vendedor de banderas que le regalo la bandera a Herni y a todos los que permitieron que nuestras estadias durante el viaje fueran no gratas sino geniales. GRACIAS A TODOS Y POR TODO. GRACIAS PROMO 2012, PROMO CENTENARIO… GRACIAS.
Emma y Vichy




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